
El oso
El oso es un símbolo muy profundo en el recorrido de Amalurra. Más allá de su potencia instintiva, representa el vínculo con lo ancestral y con la sabiduría olvidada que forma parte de la memoria colectiva.
En muchas culturas, es un animal totémico asociado a la regeneración, el poder protector y la conexión con los sueños. En la tradición vasca, era considerado un ancestro sagrado.
En Amalurra, el símbolo del oso apareció después de haber transitado una buena parte de nuestro recorrido y de darnos cuenta de que habíamos perdido el vínculo con lo que este ancestro representa. Tal toma de conciencia ocurrió en un ritual sistémico cuyo propósito fue descubrir el eslabón que, como pueblo, habíamos perdido y que nos mantenía desconectados de nuestra identidad más esencial. El ritual dejó de manifiesto que ese eslabón era la conexión con los antepasados, con el corazón de la Madre Tierra y con su ritmo natural.
La hibernación del oso representa un tiempo de recogimiento y oscuridad interior donde lo esencial se gesta en silencio. Al salir de su cueva, el oso emerge con la luz que ha recuperado en la profundidad. En la escultura del oso de Amalurra, esa luz está reflejada en el sol que sostiene entre sus brazos: símbolo de claridad, conciencia y vitalidad renovadas y símbolo del nuevo sol de la primavera. Así, nos invita a sostener lo profundo y a confiar en la sabiduría que despierta cuando nos abrimos al ritmo natural que llevamos dentro.